domingo, 25 de septiembre de 2016

Anorexia, hambre de autoestima


Es un trastorno que esconde ansiedad, falta de aceptación y mucho sufrimiento. Ante un café hemos conversado con especialistas, para comprenderla y prevenirla. Lejos del mito del mal de las niñas frívolas, la anorexia es un trastorno de la alimentación y un trastorno psicológico.

Pero, ¿sabes en qué consiste exactamente esta enfermedad?

Se trata de un trastorno de la alimentación que adopta dos formas: anorexia y bulimia. Dentro de la anorexia hay dos categorías: una restrictiva, en la que simplemente no comes, y una anorexia de tipo purgativo, donde además de no comer se sufren síntomas de repulsa, como los vómitos. Es un trastorno psicológico que requiere un tratamiento multidisciplinar y que tiene que ver con los síntomas alimentarios, pero también con un patrón de comportamiento general.

¿Qué perfil tienen los que la sufren?

Son personas muy perfeccionistas. Han aprendido a castigarse mucho. Son niños y niñas muy inseguros, demasiado exigentes con ellos mismos y que no se acaban de gustar. No se quieren nada, todo lo contrario; se tratan mal y se sienten culpables. En ellos la aceptación corporal es fundamental, sobre todo si de pequeños han sufrido burlas por su físico. Y llega un momento en el que el control de la comida y del peso les da una seguridad que no logran adquirir por otras vías.

Si además de perfeccionistas son impulsivos, entonces la combinación es peligrosa, porque siempre se están planteando metas que no alcanzan, con lo cual se frustran y se castigan. Por último, son personas que se lo tragan todo, están llenos de rabia que no exteriorizan. Es un patrón que los padres pueden observar.

¿Y es posible prevenir esta actitud? Sí, la prevención es posible.

Nosotros trabajamos con un tratamiento preventivo en niños de 12 años; evaluamos ese perfil de riesgo para disminuir la probabilidad de que desarrollen en el futuro el trastorno. Por otra parte, los padres pueden recurrir a un profesional que modifique los patrones de comportamiento, los cognitivos y también los emocionales.

Hay muchos factores que intervienen en el trastorno de la alimentación y no se pueden controlar todos. Pero existe una cuestión fundamental, y es que los padres hablan a sus hijos pero ¿les escuchan? Hay una edad en la que los niños empiezan a tener ideas propias y demandan autonomía. Es entonces cuando necesitan ser aceptados.

Y es difícil, porque los padres han de apoyar mientras ponen límites, es imprescindible que se paren a escuchar a sus hijos, no sólo a hablarles.